Es tan fácil abrir la puerta. Pero nadie hubo al lado que advirtiera cuán difícil sería soportar lo que hay ahí, detrás.
Y luego, ¿quién podría siquiera describir ese nudo en el pecho, ese agotamiento que llega hasta los huesos, la mirada vacuna, el aire pesado y todo aquello que hay ahí.
Una tarde nublada que no se decide por llover.
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